soledad de domingo, vagas por mis jardines
del árbol a la hierba, de la hierba a la fuente
llena de hojas de oro y caídos jazmines
qué es lo que tu voz débil dice al sol de la tarde
que sueña dulcemente en la cristalería?
eres, como yo, triste, solitario y cobarde,
hermano del silencio y la melancolía?
Tienes una ilusión que cantar al olvido?
una nostalgia eterna que mandar al ocaso?
un corazón sin nadie, tembloroso, vestido
de hojas secas, de oro, de jazmín y de raso?
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Y es tan dulce el recuerdo de todo lo doliente,
a la oscuro humedad de los verdes profanos,
que mis ojos se ponen azules, y mi frente
se hunde, llena de lágrimas, en la paz de mis manos.
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Pensé arrancarme el corazón, y echarlo,
pleno de su sentir alto y profundo,
al ancho surco del terruño tierno,
a ver si con partirlo y con sembrarlo,
la primavera le mostraba al mundo
el árbol puro del amor eterno.
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Juan Ramón Jiménez
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