Ni a su cuerpo,
ni a su espíritu.
Ni a su alma.
Tú, que pasas por sobre ellas,
que las defiendes, pero no las persigues.
Tú, que logras desconquistar y desencantarlas,
desanimarlas, desaliñarlas.
Tú, que logras aniquilar su ser mujer,
su enteridad, su eternidad.
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